Un día un hombre se detuvo frente a un árbol. Vio hojas, ramas y frutos. Ningún jardinero supo responderle: nadie conocía el nombre ni el origen. El hombre se dijo: "No conozco este árbol ni lo comprendo; sin embargo sé que desde que lo vi, mi corazón y mi alma se han vuelto frescos y verdes. Vayamos pues bajo su sombra".
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