lunes, 29 de septiembre de 2014

Vladimir Maiakovski: A sí mismo, su preferido, dedica estos versos el poeta


Lapidario.

Frases como mazazos:

”Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.”

Pero uno como yo

¿dónde podrá esconderse?

¿Dónde han previsto cueva para mí?

Si yo fuera

pequeño

como el inmenso océano,

me pondría de puntillas en las olas

y con la marea alta haría mil caricias a la luna.

¿Dónde hallar una amada

que sea como yo?

¿Cabría en ese cielo diminuto?

¡Oh, si yo fuera pobre

igual que un millonario!

¿Qué es el dinero para el alma?

Un ladrón insaciable dentro suyo.

A la horda enloquecida de todos mis deseos

no bastan con su oro todas las Californias.

¡Si fuera tartamudo

como Dante

o Petrarca!

¡Encender toda el alma para una tan sólo!

¡Ordenarle que arda con mis versos!

Las palabras

y mi amor

formarían un arco triunfal,

y por él,

majestuosas, irían pasando,

sin un rastro dejar, las amantes de todos los siglos.

¡Oh, si yo fuera

callado

como el trueno!

Rugiría

Abrazando en un solo temblor el decrépito yermo terrestre.

Si yo

bramo con toda mi tremenda voz

torcerán los cometas sus brazos llameantes

y llenos de tristeza se dejarán caer.

Los rayos de mis ojos morderían la noche

si yo fuera

sombrío

como el sol.

¡Qué anhelo siento

de alimentar con mi pujante luz

el seno descarnado de la tierra!

Pasaré

arrastrando mi amor.

¿En qué noche,

delirante,

terrible,

qué Goliat me ha engendrado,

tan grande

y tan inútil?

Vladimir Maiakovski

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