miércoles, 30 de septiembre de 2015

Miguel D'Ors: ¿Cómo?

¿Cómo podré llamar
azar a quien condujo
mis pasos hasta esta
plenitud?
Cuando miro
atrás y reconozco
todos los desamores
que a este amor me trajeron;
cuando le sigo el rastro
a mi vida y descubro
que desde siempre estaba
el Universo entero
confabulado para
llevarme a la alegría,
no me atrevo llamar
azar a Quien condujo
mis pasos: hasta esta
plenitud he llegado
únicamente porque
un designio de amor
gobernaba mi vida,
porque me encaminaba
a través de las horas
una mano tan fuerte
que tengo que adorarla.

martes, 29 de septiembre de 2015

Clara Janés: Carta III

Nunca sabré de ti,
y eso lo supe
desde el primer encuentro.

Esta certeza tiene tanta fuerza
que es
como si tuviera noticias tuyas
a cada momento.

lunes, 28 de septiembre de 2015

Francesco Petrarca: Tennemi Amor anni ventuno ardendo

Tennemi Amor anni ventuno ardendo,

 lieto nel foco e nel duol pien di speme;

 poi che Madonna e 'l mio cor seco inseme

 saliro al ciel, dieci altri anni piangendo.

 Omai son stanco, e mia vita reprendo

 di tanto error, che di vertute il seme

 à quasi spento, e le mie parti estreme,

 alto Dio, a te devotamente rendo,

 pentito e tristo de' miei sí spesi anni

 che spender si deveano in miglior uso,

 in cercar pace ed in fuggir affanni.

 Signor che 'n questo carcer m' ài rinchiuso,

 tràmene, salvo da li eterni danni,

 ch' i' conosco 'l mio fallo, e non lo scuso.




Traducción de Jacobo Cortines:


Túvome Amor ardiendo veinte años,
feliz y esperanzado entre las llamas;
y llorando otros diez desde que aquella
al cielo fue llevándose mi pecho.

Cansado estoy ahora, y me arrepiento
de todos los errores que apagaron
de la virtud el germen, y te entrego,
oh mi Señor, aquello que me queda,

contrito por los años malgastados
que debieron gastarse en mejor uso,
en buscar paz y rechazar afanes.

Señor que en esta cárcel me has metido,
ponme Tú a salvo del eterno daño: 
reconozco mi error y no lo excuso. 


domingo, 27 de septiembre de 2015

Vicente Huidobro: Altazor (Fragmento del Canto I)


Silencio la tierra va a dar a luz un árbol
La muerte se ha dormido en el cuello de un cisne 
635
Y cada pluma tiene un distinto temblor
Ahora que Dios se sienta sobre la tempestad
Que pedazos de cielo caen y se enredan en la selva
Y que el tifón despeina las barbas del pirata
Ahora sacad la muerta al viento 
640
Para que el viento abra sus ojosSilencio la tierra va a dar a luz un árbol
Tengo cartas secretas en la caja del cráneo
Tengo un carbón doliente en el fondo del pecho
Y conduzco mi pecho a la boca 
645
Y la boca a la puerta del sueñoEl mundo se me entra por los ojos
Se me entra por las manos se me entra por los
     ( pies
Me entra por la boca y se me sale
En insectos celestes o nubes de palabras por los
     ( poros 
650
Silencio la tierra va a dar a luz un árbol
Mis ojos en la gruta de la hipnosis
Mastican el universo que me atraviesa como un
     ( túnel
Un escalofrío de pájaro me sacude los hombros
Escalofrío de alas y olas interiores 
655
Escalas de olas y alas en la sangre
Se rompen las amarras de las venas
Y se salta afuera de la carne
Se sale de las puertas de la tierra
Entre palomas espantadas
660
Habitante de tu destino
¿Por qué quieres salir de tu destino?
¿Por qué quieres romper los lazos de tu estrella
Y viajar solitario en los espacios
Y caer a través de tu cuerpo de tu zenit a tu
    nadir?
665
No quiero ligaduras de astro ni de viento
Ligaduras de luna buenas son para el mar y las
  ( mujeres
Dadme mis violines de vértigo insumiso
Mi libertad de música escapada
No hay peligro en la noche pequeña encrucijada 
670
Ni enigma sobre el alma
La palabra electrizada de sangre y corazón
Es el gran paracaídas y el pararrayos de Dios
Habitante de tu destino
Pegado a tu camino como roca 
675
Viene la hora del sortilegio resignado
Abre la mano de tu espíritu
El magnético dedo
En donde el anillo de la serenidad adolescente
Se posará cantando como el canario pródigo 
680
Largos años ausente

Silencio
           Se oye el pulso del mundo como nunca
               ( pálido
La tierra acaba de alumbrar un árbol

sábado, 26 de septiembre de 2015

Jorge Manrique: Copla VII

Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que, en este mundo traidor,
aun primero que muramos,
las perdemos:
dellas deshaze la edad,
dellas casos desastrados
que acaescen,
dellas, por su calidad,
en los más altos estados

desfallezen.

viernes, 25 de septiembre de 2015

Alejandro Jodorowsky: El premio

   —Te concedo un solo deseo. Piensa bien y pide lo que quieres.
   —Que ese deseo sea yo el que pueda concederlo y que seas tú quien lo pida.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Lao Tse: La Riqueza y lo Valioso



Treinta radios se unen en el centro;
Gracias al agujero podemos usar la rueda.
El barro se modela en forma de vasija;
Gracias al hueco puede usarse la copa.
Se levantan muros en toda la tierra;
Gracias a la puertas se puede usar la casa.
Así pues, la riqueza proviene de lo que existe,
Pero lo valioso proviene de lo que no existe. 

Del TAO TE KING, traducido por Antonio Rivas

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Luis Cernuda: Cómo llenarte, soledad...

Cómo llenarte, soledad, 
sino contigo misma... 

De niño, entre las pobres guaridas de la tierra, 
quieto en ángulo oscuro, 
buscaba en ti, encendida guirnalda, 
mis auroras futuras y furtivos nocturnos, 
y en ti los vislumbraba, 
naturales y exactos, también libres y fieles, 
a semejanza mía, 
a semejanza tuya, eterna soledad. 

Me perdí luego por la tierra injusta 
como quien busca amigos o ignorados amantes; 
diverso con el mundo, 
fui luz serena y anhelo desbocado, 
y en la lluvia sombría o en el sol evidente 
quería una verdad que a ti te traicionase, 
olvidando en mi afán 
cómo las alas fugitivas su propia nube crean. 

Y al velarse a mis ojos 
con nubes sobre nubes de otoño desbordado 
la luz de aquellos días en ti misma entrevistos, 
te negué por bien poco; 
por menudos amores ni ciertos ni fingidos, 
por quietas amistades de sillón y de gesto, 
por un nombre de reducida cola en un mundo fantasma, 
por los viejos placeres prohibidos 
como los permitidos nauseabundos, 
útiles solamente para el elegante salón susurrado, 
en bocas de mentira y palabras de hielo. 

Por ti me encuentro ahora el eco de la antigua persona 
que yo fui, 
que yo mismo manché con aquellas juveniles traiciones; 
por ti me encuentro ahora, constelados hallazgos, 
limpios de otro deseo, 
el sol, mi dios, la noche rumorosa, 
la lluvia, intimidad de siempre, 
el bosque y su alentar pagano, 
el mar, el mar como su nombre hermoso; 
y sobre todo ellos, 
cuerpo oscuro y esbelto, 
te encuentro a ti, tú, soledad tan mía, 
y tú me das fuerza y debilidad 
como el ave cansada los brazos de la piedra. 

Acodado al balcón miro insaciable el oleaje, 
oigo sus oscuras imprecaciones, 
contemplo sus blancas caricias; 
y erguido desde cuna vigilante 
soy en la noche un diamante que gira advirtiendo a los hombres, 


por quienes vivo, aún cuando no los vea; 
y así, lejos de ellos, 
ya olvidados sus nombres, los amo en muchedumbres, 
roncas y violentas como el mar, mi morada, 
puras ante la espera de una revolución ardiente 
o rendidas y dóciles, como el mar sabe serlo 
cuando toca la hora de reposo que su fuerza conquista. 

Tú, verdad solitaria, 
transparente pasión, mi soledad de siempre, 
eres inmenso abrazo; 
el sol, el mar, 
la oscuridad, la estepa, 
el hombre y su deseo, 
la airada muchedumbre, 
¿qué son sino tú misma? 

Por ti, mi soledad, los busqué un día; 
en ti, mi soledad, los amo ahora.

martes, 22 de septiembre de 2015

Samuel Taylor Coleridge: The Nightingale

Of large extent, hard by a castle huge,
Which the great lord inhabits not; and so
This grove is wild with tangling underwood,
And the trim walks are broken up, and grass,
Thin grass and king-cups grow within the paths.
But never elsewhere in one place I knew
So many nightingales; and far and near,
In wood and thicket, over the wide grove,
They answer and provoke each other’s song,
With skirmish and capricious passagings,
And murmurs musical and swift jug jug,
And one low piping sound more sweet than all
Stirring the air with such a harmony,
That should you close your eyes, you might almost
Forget it was not day! On moonlight bushes,
Whose dewy leaflets are but half-disclosed,
You may perchance behold them on the twigs,
Their bright, bright eyes, their eyes both bright and full,
Glistening, while many a glow-worm in the shade
Lights up her love-torch.



 El ruiseñor

...Y un bosque yo me sé,
vasto, muy cerca de un castillo enorme,
que su señor no habita. Y en el bosque
los zarzales indómitos se enlazan
y quiebran los senderos, y la hierba apretada
y los botones de oro cubren las avenidas.
Mas nunca supe de un lugar tan lleno
de ruiseñores. Cerca o a lo lejos,
en árbol o zarzal, por todo el bosque,
se contestan e incitan en su canto,
con la pugna de trinos caprichosos,
murmullos musicales y rápidos gorjeos
y un leve silbo de mayor dulzura...
Tanto llenan el aire de armonía,
que, cerrando los ojos, olvidarías casi
que no era día. En los arbustos plateados
de luna, que abren leves hojuelas con relente,
tal vez los vieras sobre ramas finas,
sus ojos muy brillantes y redondos
centelleando, mientras un gusano de luz
ya su antorcha de amor alza en la sombra...


 
Versión de Màrie Montand

lunes, 21 de septiembre de 2015

Jack Gilbert: The Great Fires

Love is apart from all things. 
Desire and excitement are nothing beside it. 
It is not the body that finds love. 
What leads us there is the body. 
What is not love provokes it. 
What is not love quenches it. 
Love lays hold of everything we know. 
The passions which are
called love also change everything to a newness 
at first. Passion is clearly the path 
but does not bring us to love. 
It opens the castle of our spirit 
so that we might find the love which is 
a mystery hidden there. 
Love is one of many great fires. 
Passion is a fire made of many woods, 
each of which gives off its special odor 
so we can know the many kinds
that are not love. Passion is the paper
and twigs that kindle the flames
but cannot sustain them. Desire perishes
because it tries to be love. 
Love is eaten away by appetite. 
Love does not last, but it is different
 from the passions that do not last. 
Love lasts by not lasting.
Isaiah said each man walks in his own fire
for his sins. 
Love allows us to walk 
in the sweet music of our particular heart.



Los Grandes Incendios

(Versión en castellano de Hugo Zonáglez)

El amor está aparte de todas las cosas. 
El deseo y la emoción no son nada a su lado. 
El cuerpo no encuentra el amor. 
Lo que nos guía es el cuerpo. 
Lo que no es amor lo provoca. 
Lo que no es amor lo sacia. 
El amor se aferra de todo lo que conocemos. 
Las pasiones que se llaman
amor también renuevan todo 
al principio. La pasión es claramente el camino 
pero no nos lleva al amor. 
Abre el castillo de nuestro espíritu
para que podamos encontrar el amor que es 
un misterio escondido ahí. 
El amor es uno de muchos grandes incendios. 
La pasión es un fuego producido de muchas maderas, 
cada uno emitiendo su olor especial
para que podamos saber las diferentes especies 
que no son amor. La pasión es el papel 
y las ramitas que encienden las llamas 
pero no pueden sostenerlo. 
El deseo perece
porque trata de ser amor. 
El amor es devorado por el apetito. 
El amor no dura, pero es diferente
de las pasiones que no duran. 
El amor dura por no ser duradero. 
Isaías dijo que cada hombre camina en su propio fuego
por sus pecados. 
El amor nos permite caminar
en la música dulce de nuestro propio corazón.

domingo, 20 de septiembre de 2015

Max Aub: Alias

En este mundo todo son apodos,
alias, dichos y modos,
por mal nombre o por bueno
no valgo lo que soy, sí lo que sueno.
Si te digo: te quiero,
es mucho más profundo que lo dicho,
que también quiero amigos
con igual quiero, quiero.
Las palabras se llaman todas Diego
saliendo a torear;
llenan pliego tras pliego
dando en decir lo que no pueden dar.

sábado, 19 de septiembre de 2015

Rafael Felipe Oteriño: Una palabra

Para decir: piedra,
pez, viento, paloma,
tuve que vivir.
Para nombrar a un barco,
para decir: estela,
horizonte de mar, bahía,
tuve que vivir.
 Para virar,
para guiarme por las estrellas,
para seguir un rumbo fijo,
tuve que vivir.
Para señalar el Norte,
para enviar un mensaje
–hermosos días, hermosas noches–,
para esperar respuesta,
para saber esperarla,
tuve que vivir.
Para decir caballo: mi caballo.

Todo debió pasar
por mis pies, por mis manos,
tocarme, golpearme,
penetrar mi piel
como el lento acoso de una fiera.
Para afirmar: "–éste es el aire
y el fuego",
"–esto lo líquido y lo sólido",
y que aire, fuego,
líquido, sólido,
desnudaran su corazón de medusa,
su confundido aroma,
tuve que vivir.
Más allá de todas las tentaciones,
por encima de todas las preguntas,
tuve que vivir.

Para decir una palabra,
para decir una sola
palabra,
la primera palabra
y la última,
para que naciera esa palabra,
tuve que vivir.


viernes, 18 de septiembre de 2015

Fernando Pessoa: ¡Cruz en la puerta de la tabaquería!

¡CRUZ EN LA PUERTA DE LA TABAQUERÍA!

¡Cruz en la puerta de la tabaquería!
¿Quien ha muerto? ¿El  propio Alves? ¡Oh,
al diablo el bienestar que traía!
Desde ayer la ciudad cambió.

¿Quién era? Era el que yo veía.
Todos los días le veía. Y no
tengo ahora esa monotonía.
Desde ayer la ciudad cambió.

Él era el dueño de la tabaquería.
Punto de referencia de mi yo;
pasaba por allí de noche y de día.
Desde ayer la ciudad cambió.

Mi corazón tiene poca alegría,
y esto dice que es muerte el sitio en que estoy yo.
¡Horror cerrado de la tabaquería!
Desde ayer la ciudad cambió.

Más o menos, a él alguien le veía.
Él era fijo, y el que va soy yo;
si me muriese nadie pensaría:
desde ayer la ciudad cambió. 

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Farid ud-Din-Attar: Invocación

El lujo de las cosas nos absorbe;
su número y sus múltiples apariencias provocan en nosotros
una confusión que denominamos conocimiento.
Orad: Dios creó el mundo, unió la noche al día,
formó montañas para realzar el suelo, mares
para lavar su faz, criaturas vivas que con sus súplicas
(predecesoras de las plegarias) buscan un sitio
en este misterio que en el espacio infinito flota.
Dios colocó la Tierra sobre la espalda de un toro,
y al toro sobre un pez que danzaba sobre un ovillo
de luz plateada tan tenue que al aire se asemeja,
y a su vez descansa sobre la nada,
que nada puede compartir.
Todas las cosas son máscaras a disposición de Dios,
símbolos que nos enseñan que el creador todo lo es.


De la "Conferencia de los Pájaros", poema sufí del siglo XII. Versión de Raficq Abdulla.

martes, 15 de septiembre de 2015

Wenceslao Fernández Flórez: La fraga

La fraga es un tapiz de vida apretado contra las arrugas de la tierra; en sus cuevas se hunde, en sus cerros se eleva, en sus llanos se iguala. Es toda vida: una legua, dos leguas de vida entretejida, cardada, sin agujeros, como una manta fuerte y nueva, de tanto espesor como el que puede medirse desde lo hondo de la guarida del raposo hasta la punta del pino más alto.
¡Señor, si no veis más que vida en torno! Donde fijáis vuestra mirada divisáis ramas estremecidas, troncos recios, verdor; donde fijáis vuestro pie dobláis hierbas que después procuran reincorporarse con el apocado esfuerzo doloroso de hombrecillos desriñonados; donde llevéis vuestra presencia habrá un sobresalto más o menos perceptible de seres que huyen entre el follaje, de alimañas que se refugian en el tojal, de insectos que se deslizan entre vuestros zapatos, con la prisa de todas sus patitas entorpecidas por los obstáculos de aquella selva virgen que para ellos representan los musgos, las zarzas, los brezos, los helechos. El corazón de la tierra siente sobre sí este hervor y este abrigo, y se regocija.

La fraga es un ser hecho de muchos seres. (¿No son también seres nuestras células?) Esa vaga emoción, ese afán de volver la cabeza, esa tentación —tantas veces obedecida— de detenernos a escuchar no sabemos qué, cuando cruzamos entre su luz verdosa, nacen de que el alma de la fraga nos ha envuelto y roza nuestra alma, tan suave, tan levemente como el humo puede rozar el aire al subir, y lo que en nosotros hay de primitivo, de ligado a una vida ancestral olvidada, lo que hay de animal encorvado, lo que hay de raíz de árbol, lo que hay de rama y de flor y de fruto, y de araña que acecha y de insecto que escapa del monstruoso enemigo tropezando en la tierra, lo que hay de tierra misma, tan viejo, tan oculto, se remueve y se asoma porque oye un idioma que él habló alguna vez y siente que es la llamada de lo fraterno, de una esencia común a todas las vidas.


—¡Espera —nos pide—; déjame escuchar aún, y entenderé!


¡Mas está tan lejano aquel recuerdo…! Seguimos nuestra marcha entre la luz verdosa, y al salir bajo el sol, pensamos: «Algo extraño ocurrió; como si intentasen hablarnos y se arrepintiesen».


Nadie puede decir exactamente por qué, y hasta quizá lo negaría, pero todos los espíritus sienten una turbación cuando les envuelve la fraga; los niños no pasan de sus linderos, las muchachas la atraviesan con un recelo palpitante porque se acuerdan por la noche de ese fantasma alto, alto y blanco, blanco, que es la Estadea, y por el día, del sátiro al que los poetas han hecho funerales desde que nadie volvió a verle en las montañas polvorientas de Grecia ni en las florestas de Italia, pero que vive misteriosamente refugiado —con el extraño nombre de Rabeno— en las umbrías de Galicia, sin más cronistas que las viejas y las mozas que hablan de él entre risas y miedos, en la penumbra de la cocina donde arden el tojo y el brezo y las ramas de roble vestidas de musgo gris. Cuando los hombres que van a la feria de Cambre atraviesan la honda corredoira, piensan que es una buena y fanfarrona compañía el ruido que hacen en los guijarros las herraduras de sus caballejos menudos, omnívoros y despeinados, de color guinda en aguardiente, que no galopan nunca, pero no se cansan jamás. Y el señor del pazo, si pasea lentamente por los asombrados veriles, se acuerda de que escribió algunos versos en su juventud, y otras veces medita sin amargura en la muerte.

La fraga es ella misma un ser compuesto de muchos seres. Como la ciudad. Pero es más varia que la ciudad, porque en la ciudad el hombre lo es todo y su carácter se imprime hasta el panorama urbano, y en la fraga el hombre resulta apenas un detalle del que se puede prescindir. Hasta no es muy seguro que el hombre sea también en la fraga la conciencia de la naturaleza, porque cuando el lagarto se queda inmóvil, como una joya verde y añil abandonada sobre una roca, o la urraca se detiene en un árbol a mirar con sus ojos pequeñitos los charcos que brillan y las hojas que tiemblan, o el penacho apretado y tierno de un pino de cuatro años se asoma sobre el tojo, podría jurarse que de alguna manera sienten en su sangre o en su savia la dulzura, el misterio y el encanto de aquel lugar.
[...]

Cuando un hombre consigue llevar a la fraga un alma atenta, vertida hacia fuera, en estado —aunque transitorio— de novedad, se entera de muchas historias. No hay que hacer otra cosa que mirar y escuchar, con aquella ternura y aquella emoción y aquel afán y aquel miedo de saber que hay en el espíritu de los niños. Entonces se comprende que existe otra alma allí, infinitas almas; que está animado el bosque entero; almas infantiles también, pequeñitas y variadas, como mariposas, y que se entienden, sin hablar, con la nuestra, como se entienden entre sí los niños pequeñitos que tampoco saben hablar. Pero los hombres suelen llevar rayada ya —como un disco gramofónico— la superficie endurecida de su ánimo, con sus lecturas y sus meditaciones, con sus placeres y sus ocupaciones, con sus cariños y sus aborrecimientos. Y van de aquí para allá, pero siempre suenan lo mismo, como sonaría el disco en aparatos diversos, y ellos no pueden escuchar nunca más que la propia voz de su vida ya cuajada. Es en vano que pasen de la montaña al mar o de las calles asfaltadas a los senderillos aldeanos, porque la aguja de cualquier emoción correrá fatalmente por las rayitas de su alegría o de su desgracia y sonará la canción de siempre. Si esos hombres se asoman a la fraga, piensan que el aire es bueno de respirar, o en cuánto dinero producirá la madera, o en la dulzura de pasear entre la sombra verde con su amada, o en devorar una comida sobre el musgo, cerca del manantial donde pondrían a refrescar las botellas. Nada más pensarían, y en nada de ello estaría la fraga, sino ellos. ¡Triste obsesión que hace tan pequeños los horizontes de la vida como el redondel de un disco! ¡Yo, yo, yo!, va raspando la aguja hasta ese final que copia tan bien los estertores humanos.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Marco Aurelio: Meditaciones, 17, Libro II


El tiempo de la vida humana es un punto;

su sustancia, fluida;

su sensación, oscura;

la unión de todo el cuerpo, corruptible;

su alma, vagabunda;

su azar, inexplorable;

su fama, indiscernible.

Para decirlo de una vez:

Todo lo del cuerpo es un río;

lo del alma, sueño y vapor;

la vida, una guerra y un exilio, 

y la fama póstuma, olvido.

¿Qué nos puede guiar?

Solo y únicamente la filosofía.

Y esta consiste en conservar al Genio interior

sin ultrajes y sin daño,

dominando los placeres y los dolores,

sin que haga nada al azar y falsamente,

sin hipocresía,

despreocupado de lo que haga o deje de hacer el otro;

aceptando también los acontecimientos

y la parte que le toque

como procedentes de allí, dondequiera que sea,

de donde él mismo ha venido.

Por encima de todo, aguardando la muerte

con conciencia propicia,

como que no es otra cosa que disolución de los átomos

de los que cada ser vivo se constituye.

Y si a los propios átomos no les sucede nada terrible

porque cada uno cambie incesantemente al otro,

¿Por qué razón nadie ha de temer

el cambio y disolución de todos?

Pues es conforme a la naturaleza

y nada malo hay conforme a la naturaleza.

domingo, 13 de septiembre de 2015

Marosa Di Giorgio: De súbito, estalló la guerra

De súbito, estalló la guerra. Se abrió como una bomba de azúcar
arriba de las calas. Primero, creíamos que era juego;
después, vimos que la cosa era siniestra. El aire quedó
ligeramente envenenado. Se desprendían los murciélagos
desde sus escondites, sus cuevas ocultas caían a los platos,
como rosas, como ratones que volvieran del infinito,
todavía, con las alas.
Por protegerlos de algún modo, enumerábamos los seres y las cosas:
"Las lechugas, los reptiles comestibles, las tacitas...".
Pero, ya los arados se habían vuelto aviones; cada uno, tenía
calavera y tenía alas, y ronroneaba cerca de las nubes, al alcance
de la manos pasaron los batallones al galope, al paso. Se prolongó
la aurora quieta, y al mediodía, el sol se partió; uno fue hacia el este,
el otro hacia el oeste. Como si el abuelo y la abuela se divorciaran.
De esto ya hace mucho, aquella vez, cuando estalló la guerra,
arriba de las calas.

sábado, 12 de septiembre de 2015

Julio Llamazares: Todo lo aprendí de quien nunca fue amado

Todo lo aprendí de quien nunca fue amado: la nieve y el silencio
y el grito de los bosques cuando muere el verano.

O aquella canción celta que Kerstin me cantaba:

¿Quién puede navegar sin velas? ¿Quién puede remar sin remos?
¿Quién puede despedirse de su amor sin llorar?

Pero ahora ya la nieve sustenta mi memoria. Y el silencio se espesa
tras los bosques doloridos y profundos del invierno.

Por eso puedo navegar sin velas. Por eso puedo remar sin remos.

Por eso puedo despedirme de mi amor sin llorar.

viernes, 11 de septiembre de 2015

José Watanabe: Animal de invierno

Otra vez es tiempo de ir a la montaña
a buscar una cueva para hibernar.

Voy sin mentirme: la montaña no es madre, sus cuevas
son como huevos vacíos donde recojo mi carne
y olvido.
Nuevamente veré en las faldas del macizo
vetas minerales como nervios petrificados, tal vez
en tiempos remotos fueron recorridos
por escalofríos de criatura viva.
Hoy, después de millones de años, la montaña
está fuera del tiempo, y no sabe
cómo es nuestra vida
ni cómo acaba.

Allí está, hermosa e inocente entre la neblina, y yo entro
en su perfecta indiferencia
y me ovillo entregado a la idea de ser de otra sustancia.

He venido por enésima vez a fingir mi resurrección.
En este mundo pétreo
nadie se alegrará con mi despertar. Estaré yo solo
y me tocaré
y si mi cuerpo sigue siendo la parte blanda de la montaña
sabré
que aún no soy la montaña.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Ida Vitale: Cultura del palimpsesto

Todo aquí es palimpsesto,
pasión del palimpsesto:

a la deriva,
                        borrar lo poco hecho,
empezar de la nada,
afirmar la deriva,
mirarse entre la nada acrecentada,
velar lo venenoso,
matar lo saludable,
escribir delirantes historias para náufragos.

Cuidado:
no se pierde sin castigo el pasado,
no se pisa en el aire.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Charles Simic: Piedra

Go inside a stone
That would be my way.
Let somebody else become a dove
Or gnash with a tiger’s tooth.
I am happy to be a stone.
From the outside the stone is a riddle:
No one knows how to answer it.
Yet within, it must be cool and quiet
Even though a cow steps on it full weight,
Even though a child throws it in a river;
The stone sinks, slow, unperturbed
To the river bottom
Where the fishes come to knock on it
And listen.
I have seen sparks fly out
When two stones are rubbed,
So perhaps it is not dark inside after all;
Perhaps there is a moon shining
From somewhere, as though behind a hill—
Just enough light to make outGo inside a stone
That would be my way.
Let somebody else become a dove
Or gnash with a tiger’s tooth.
I am happy to be a stone.
From the outside the stone is a riddle:
No one knows how to answer it.
Yet within, it must be cool and quiet
Even though a cow steps on it full weight,
Even though a child throws it in a river;
The stone sinks, slow, unperturbed
To the river bottom
Where the fishes come to knock on it
And listen.
I have seen sparks fly out
When two stones are rubbed,
So perhaps it is not dark inside after all;
Perhaps there is a moon shining
From somewhere, as though behind a hill—
Just enough light to make out
The strange writings, the star-charts
On the inner walls.


PIEDRA


Meterme en una piedra

ese sería mi camino.

Deja que otro se convierta en una paloma

o que rechine con el diente de un tigre.

Soy feliz de ser una piedra.



Por fuera la piedra es una adivinanza:

nadie sabe cómo resolverla.

Sin embargo dentro, debe ser fresca y silenciosa

aunque una vaca la pise con toda su fuerza,

aunque un niño la arroje a un río;

la piedra se hunde, lenta, imperturbablemente

hacia el fondo del río

donde los peces vienen a llamar en ella

y escuchan.



He visto salir chispas

cuando dos piedras se frotan,

así, quizás, dentro no esté oscuro después de todo;

quizás haya una luna que brilla

desde alguna parte, como detrás de una colina,

suficiente luz para descifrar

los extraños escritos, el mapa de estrellas

en las paredes interiores.

martes, 8 de septiembre de 2015

Charles Bukowski: Hielo para las águilas

Aún recuerdo los caballos
bajo la luna
aún recuerdo dar a los caballos
azúcar,

terrones de azúcar blancos
casi como de hielo,
tenían cabezas
como de águila
peladas cabezas que podían morder
y no lo hacían.
los caballos eran más reales
que mi padre
más reales que Dios
y podían haberme pisado
pero no lo hicieron
podían haberme hecho cualquier cosa horrible
pero no lo hicieron
yo aún no tenía 5 años
pero me acuerdo;
dios mío qué fuertes y buenas
aquellas lenguas rojas que babeaban
desde sus almas. 

lunes, 7 de septiembre de 2015

Robert Frost: Nothing gold can stay

       Nature’s first green is gold,
      Her hardest hue to hold.
      Her early leaf’s a flower;
      But only so an hour.
      Then leaf subsides to leaf,
      So Eden sank to grief,
      So dawn goes down to day
      
      Nothing gold can stay.

Nada de oro puede permanecer

En la Naturaleza el primer verde es oro,

el tono más difícil de guardar.

Su hoja más temprana es una flor,

pero solo es así por una hora.

Después la hoja se reduce a ser hoja.

Así se hundió el Edén en el dolor,

Así el amanecer desciende a día.


Nada de oro puede permanecer.

domingo, 6 de septiembre de 2015

William Ospina: El geólogo

Aquí hubo un mar hace un millón de años.
El hombre no lo sabe, más la piedra se acuerda.
Pártela: hay un cangrejo en sus entrañas,
todo de piedra ya, forma magnífica
que se negó a ser polvo.
Ante el peñasco y el guijarro, piensa
que acaso fueron seres dolorosos,
sangre y pulmones palpitantes.
Entre la ciega roca
y el trémolo extasiado de la salamandra
tan sólo hay tiempo.

sábado, 5 de septiembre de 2015

Vicente Aleixandre: En la plaza

Hermoso es, hermosamente humilde y confiante, vivificador y profundo,
sentirse bajo el sol, entre los demás, impelido,
llevado, conducido, mezclado, rumorosamente arrastrado.
No es bueno
quedarse en la orilla
como el malecón o como el molusco que quiere calcáreamente imitar a la roca,
sino que es puro y sereno arrasarse en la dicha
de fluir y perderse,
encontrándose en el movimiento con que el gran corazón de los hombres palpita extendido.
Como ése que vive ahí, ignoro en qué piso,
y le he visto bajar por las escaleras
y adentrarse valientemente entre la multitud y perderse.
La gran masa pasaba, pero era reconocible el diminuto corazón afluido.
Allí, ¿quién lo reconocería? Allí con esperanza, con resolución o con fe, con temeroso denuedo,
con silenciosa humildad, allí él también
transcurría.
Era una gran plaza abierta, y había olor de existencia.
Un olor a gran sol descubierto, a viento rizándolo,
un gran viento que sobre las cabezas pasaba su mano,
su gran mano que rozaba las frentes unidas y las reconfortaba.
Y era el serpear que se movía
como un único ser, no sé si desvalido, no sé si poderoso,
pero existente y perceptible, pero cubridor de la tierra.
Allí cada uno puede mirarse y puede alegrarse y puede reconocerse.
Cuando, en la tarde caldeada, solo en tu gabinete,
con los ojos extraños y la interrogación en la boca,
quisieras algo preguntar a tu imagen,
no te busques en el espejo,
en un extinto diálogo en que no te oyes.
Baja, baja despacio y búscate entre los otros.
Allí están todos, y tú entre ellos.
Oh, desnúdate y fúndete, y reconócete.
Entra despacio, como el bañista que, temeroso, con mucho amor y recelo al agua,
introduce primero sus pies en la espuma,
y siente el agua subirle, y ya se atreve, y casi ya se decide.
Y ahora con el agua en la cintura todavía no se confía.
Pero él extiende sus brazos, abre al fin sus dos brazos y se entrega completo.
Y allí fuerte se reconoce, y se crece y se lanza,
y avanza y levanta espumas, y salta y confía,
y hiende y late en las aguas vivas, y canta, y es joven.
Así, entra con pies desnudos. Entra en el hervor, en la plaza.
Entra en el torrente que te reclama y allí sé tú mismo.
¡Oh pequeño corazón diminuto, corazón que quiere latir
para ser él también el unánime corazón que le alcanza!

Max Aub: Desierto (I)

Allá donde llega el ojo,
llega la nada,
amarilla y parda.
(Una teoría de camellos,
lentas, prietas cuentas, enhebra,
ristra de sarna,
tiempo y tierra rastrera,
cieno y siena.)
Donde pones el ojo,
todo es nada.
Duna, duda, arena.
Lo único cierto: el hombre.
- ¡Oh...él! ¡Oye!
Sin más eco que Jehová
o Mahoma.
(Al fin y al cabo tanto monta,
sólo oye
el hombre.)
Allá donde llega el ojo,
llega la nada,
amarilla y parda.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Luis Cernuda: Desdicha

Un día comprendió cómo sus brazos eran
Solamente de nubes;
Imposible con nubes estrechar hasta el fondo
Un cuerpo, una fortuna.


La fortuna es redonda y cuenta lentamente
Estrellas del estío.
Hacen falta unos brazos seguros como el viento,
Y como el mar un beso.

Pero él con sus labios,
Con sus labios no sabe sino decir palabras;
Palabras hacia el techo,
Palabras hacia el suelo,
Y sus brazos son nubes que transforman la vida
En aire navegable.


miércoles, 2 de septiembre de 2015

Octavio Paz: Olvido

CIERRA los ojos y a oscuras piérdete
bajo el follaje rojo de tus párpados.
Húndete en esas espirales
del sonido que zumba y cae
y suena allá, remoto,
hacia el sitio del tímpano,
como una catarata ensordecida.
Hunde tu ser a oscuras,
anégate en tu piel,
y más, en tus entrañas;
que te deslumbre y ciegue
el hueso, lívida centella,
y entre simas y golfos de tiniebla
abra su azul penacho el fuego fatuo.
En esa sombra líquida del sueño
moja tu desnudez;
abandona tu forma, espuma
que no se sabe quién dejó en la orilla;
piérdete en tí, infinita,
en tu infinito ser,
mar que se pierde en otro mar:
olvídate y olvídame.