lunes, 20 de julio de 2015
Francisco de Rioja: A la rosa
Pura, encendida rosa,
émula de la llama
que sale con el día,
¿cómo naces tan llena de alegría
si sabes que la edad que te da el cielo
es apenas un breve i veloz buelo,
i ni valdrán las puntas de tu rama
ni púrpura hermosa
a detener un punto
la execución del hado presurosa?
El mismo cerco alado
que estoi viendo rïente,
ya temo amortiguado,
presto despojo de la llama ardiente.
Para las hojas de tu crespo seno
te dio Amor de sus alas blandas plumas,
i oro de su cabello dio a tu frente.
¡Ô fiel imagen suya peregrina!
Bañóte en su color sangre divina
de la deidad que dieron las espumas,
¿i esto, purpúrea flor, esto no pudo
hazer menos violento el rayo agudo?
Róbate en una ora,
róbate licencioso su ardimiento
el color i el aliento:
tiendes aún no las alas abrasadas,
i ya buelan al suelo desmayadas.
Tan cerca, tan unida
está al morir tu vida,
que dudo si en sus lágrimas la aurora
mustia tu nacimiento o muerte llora.
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