jueves, 15 de enero de 2015

Octavio Paz: Proema

 A veces la poesía es el vértigo de los cuerpos y el vértigo de la dicha y el vértigo de la muerte;

el paseo con los ojos cerrados al borde del despeñadero y la verbena en los jardines submarinos;
       

la risa que incendia los preceptos y los santos mandamientos;
     

el descenso de las palabras paracaídas sobre los arenales de la página;
     

la desesperación que se embarca en un barco de papel y atraviesa,
durante cuarenta noches y cuarenta días, el mar de la angustia nocturna y el pedregal de        la angustia diurna;
     

la idolatría al yo y la execración al yo y la disipación del yo;
     

la degollación de los epítetos, el entierro de los espejos;
     

la recolección de los pronombres acabados de cortar en el jardín de Epicuro y en el de Netzahualcoyotl;
     

el solo de flauta en la terraza de la memoria y el baile de llamas en la cueva del pensamiento;
     

las migraciones de miríadas de verbos, alas y garras, semillas y manos;
     

los substantivos óseos y llenos de raíces, plantados en las ondulaciones del lenguaje;
     

el amor a lo nunca visto y el amor a lo nunca oído y el amor a lo nunca dicho: el amor al amor.

Sílabas, semillas.

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