Si me volteo para ver qué pasa,
pasa un río de sangre bajo el puente.
De arriba a abajo. Rasa la corriente,
bramadora de sangre y de sanguaza.
Y si salgo a la calle, con la masa
hambreada, aprendo al tiro, mortalmente,
que la sangre es igual: cosa corriente,
arriba, bajo el puente y en la plaza.
Igual. Cosa corriente, en este valle
de sangre, en donde un hombre tira al blanco,
al negro, al rojo, y barre de la calle
al mendigo sentado junto a un Banco
de sangre y soledad. Y es un detalle
que quien no queda cojo quede manco.
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