QUE haya adquirido la costumbre el alba
de venir cada día
desde las fuentes puras del asombro
y en la orilla del cielo ir levantando
-despacio y muy deprisa-
su árbol frágil y esbelto de luz tierna
y arreboladas hojas,
¿no es prueba suficiente
de que vivimos en un mundo mágico?
precioso
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