Dices eternidad porque tus temblores han roto el tiempo y cuando el tiempo te ha roto a ti dices nada.
Un cálido soplo hincha las venas y entonces tiemblas de esperanza y te dices: vida, juventud, y te estremeces pensando en el amor o en el futuro. O cuando en ellas solamente circulan pensamientos y brisas de otoño entre dolorosos silencios, entonces te dices muerte y todas las zarzas del tiempo se enroscan en tu alma.
Te das cuenta entonces de tu papel; eres un apasionado de las apariencias. Enfermo de entusiasmo, sigues apegándote y desapegándote a todo y de todo, desgastando según las circunstancias, ciego o espabilado, la inconmensurable temporalidad a la que te has entregado.
(Fragmento de "Breviario de vencidos")
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