How astonishing it is that language can almost mean,
and frightening that it does not quite. Love, we say,
God, we say, Rome and Michiko, we write, and the words
get it all wrong. We say bread and it means according
to which nation. French has no word for home,
and we have no word for strict pleasure. A people
in northern India is dying out because their ancient
tongue has no words for endearment. I dream of lost
vocabularies that might express some of what
we no longer can. Maybe the Etruscan texts would
finally explain why the couples on their tombs
are smiling. And maybe not. When the thousands
of mysterious Sumerian tablets were translated,
they seemed to be business records. But what if they
are poems or psalms? My joy is the same as twelve
Ethiopian goats standing silent in the morning light.
O Lord, thou art slabs of salt and ingots of copper,
as grand as ripe barley lithe under the wind’s labor.
Her breasts are six white oxen loaded with bolts
of long-fibered Egyptian cotton. My love is a hundred
pitchers of honey. Shiploads of thuya are what
my body wants to say to your body. Giraffes are this
desire in the dark. Perhaps the spiral Minoan script
is not laguage but a map. What we feel most has
no name but amber, archers, cinnamon, horses, and birds.
El dialecto olvidado del corazón
Cuán asombroso es que el lenguaje puede tener significado
y cuán terrorífico es que no siempre lo tiene. Amor, decimos,
Dios, decimos, Roma y Michiko, escribimos, y las palabras
lo dicen mal. Decimos Pan y tiene un significado
que depende de cada nación. El francés no tiene una palabra para Hogar,
y nosotros no tenemos una palabra para el estricto placer. Una persona
en el norte de la India está muriendo porque su milenaria
lengua carece de expresiones de cariño. Sueño con
vocablos perdidos que podían expresar algo que
nosotros ya no podemos. Tal vez los textos etruscos
finalmente explicarían por qué las parejas en sus tumbas
están sonriendo. Tal vez no. Cuando las miles
de misteriosas tablas sumerias fueron traducidas,
parecían ser registros mercantiles. Pero ¿y si
eran poemas o salmos? Mi alegría equivale a doce
cabras etiopes que permanecen en silencio a la luz de la mañana.
Oh Señor. Tú eres lozas de sal y lingotes de cobre,
grandioso como la cebada madura ligera bajo el viento.
Sus pechos son seis bueyes blancos cargados con rollos
de largas fibras de algodón egipcio. Mi amor es cien
jarras de miel. Cargamentos de thuya es lo que
mi cuerpo quiere decirle a tu cuerpo. Las jirafas son
este deseo en la oscuridad. Quizá la escritura espiral minoica
no es un lenguaje sino un mapa. Casi todo lo que sentimos no tiene
otro nombre que ámbar, arqueros, canela, caballos y pájaros
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