No sé cómo ni cuando ni qué cosa
sentí que me llenaba de dulzura;
sé
que llegó a mis brazos la hermosura,
de
gozarse conmigo codiciosa;
sé que llegó, si bien con temerosa
vista resistí apenas su figura;
luego pasmé como el que en noche oscura,
perdido el tino, el pie mover no osa.
Siguió un gran gozo a este pasmo o sueño
-no
sé cómo ni cuando ni qué ha sido-
que
lo sensible todo puso en calma.
Ignorarlo es saber: que es bien pequeño
el
que puede abarcar solo el sentido,
y
éste pudo caber en solo el alma.
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