Mientras subo en ascensor cierro los ojos.
¿Yo soy este hombre?
¿Esto hice de mí?
Encerrado en esta caja
de metal y de madera,
ya no me amparan
ni los pasos presurosos
ni el laborioso vértigo del día.
Un hombre sin rumbo
marcha hacia lo alto;
carga portafolio,
mi nombre lo atormenta.
El espejo no refleja: lo denuncia;
atrás quedan los pisos,
abrazos que no di,
puertas perdidas
y cada vez más cerca
las palabras que golpean,
la miseria que sembré,
lo que sé y ya nada aparta
mientras sube el ascensor,
disipa la penumbra
y los ojos con que no miro
todo lo pueden ver.
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