Desearía rajar mi   corazón con un cuchillo,
  meterte dentro de él y luego volver a cerrar mi pecho,
  para que estuvieras en él y no habitaras en otro,
  hasta el día de la resurrección y del juicio;
  para que moraras en él durante mi vida y, a mi muerte,
  ocuparas las entretelas de mi corazón en la tiniebla del sepulcro.
Traducido por Emilio García Gómez
 
 
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